El estigma del veganismo es real, y el miedo a ser rechazado por la familia y los amigos puede disuadir a las personas de reducir o eliminar su consumo de productos animales.
Solo resumen, Revisión por pares, Estudio externo
Resumido por: Alex Higson | Publicado: 23 de julio de 2019
El consumo de carne está aumentando globalmente, ya que el crecimiento de los niveles de ingresos en los países en desarrollo lleva a la gente a adoptar una dieta de estilo occidental. Así mismo, comer carne sigue siendo la norma en el mundo desarrollado -en 2016, sólo el 4% de los estadounidenses se identificaron como vegetarianos o veganos.
Los grupos que trabajan para persuadir a la gente de reducir o eliminar su consumo de productos animales -ya sea por razones éticas, medioambientales o de salud- se beneficiarán de la comprensión de las posibles barreras a sus esfuerzos. Hasta ahora, la investigación ha identificado principalmente barreras personales relacionadas con las características, actitudes o creencias de los individuos. Por ejemplo, las justificaciones más comunes para seguir comiendo productos animales incluyen la dificultad de cambiar los hábitos alimenticios, el gusto por la carne, la consideración de comer carne como un comportamiento masculino y la negación del sufrimiento de los animales. Los autores de este estudio sospecharon que también puede haber una barrera social para el cambio de dieta: el miedo a la estigmatización.
Comer es una actividad altamente social -las investigaciones demuestran que compartir las comidas satisface una serie de funciones sociales, que incluye fortalecer y mantener las relaciones y enseñar y reforzar las creencias y los valores culturales. En la cultura occidental, la carne y otros productos de origen animal son tradicionalmente un componente esencial de las comidas. Por ello, cuando un miembro de una familia u otro grupo social decide hacerse vegano, su rechazo a este aspecto central de la experiencia alimentaria compartida puede hacer que los demás vean su comportamiento como anormal. En respuesta, los no-veganos pueden intentar distanciarse socialmente y conductualmente de los veganos para evitar ser considerados anormales por asociación.
Los autores plantearon la hipótesis de que anticipar este “estigma vegano” -y la consiguiente pérdida de amistades y exclusión de las actividades sociales- podría desanimar a la gente de adoptar una dieta basada en plantas. Se propusieron poner a prueba su teoría realizando cinco grupos de enfoque (focus groups) en los que pidieron a estudiantes universitarios que hablaran de sus percepciones sobre los veganos y el veganismo. Un grupo estaba formado por veganos, dos por vegetarianos y dos por omnívoros. Sus principales conclusiones fueron las siguientes:
- Los vegetarianos y los omnívoros tenían en general percepciones negativas del veganismo y de los propios veganos, describiendolos con términos que iban desde “pretenciosos” hasta “agresivos”. Los veganos anticiparon con exactitud ser percibidos de esta manera.
- Los no-veganos evitaron ser asociados con los veganos distanciándose físicamente -es decir, evitando a los veganos- y verbalmente. Por ejemplo, los vegetarianos afirmaron que no les importaba cómo comían las otras personas y que no intentarían cambiar el comportamiento de otros. Los no-veganos sospechaban que si decidían hacerse veganos, otras personas los estigmatizarían de la misma manera, y los veganos confirmaron que ésta había sido su experiencia.
- Dado que los no-veganos prevén que ellos también serán juzgados por los demás y excluidos socialmente si reducen o eliminan su consumo de productos animales, tienen un incentivo significativo para mantener sus actuales hábitos alimentarios.
Dado que los participantes eran estudiantes en edad universitaria, estos resultados sugieren que el estigma vegano sigue siendo común entre las personas jóvenes, aunque este grupo de edad es el más propenso a reducir su consumo de carne.
Los autores concluyen señalando que muchas de las intervenciones existentes destinadas a animar a la gente a hacer la transición a una dieta basada en plantas abordan sólo las barreras prácticas y personales para el cambio de dieta, por ejemplo, mejorando el etiquetado de los productos y destacando los beneficios para la salud de comer vegano. En la base de sus conclusiones, sugieren que para que estos esfuerzos sean lo más eficaces posible, también hay que superar las barreras sociales. Por lo tanto, los grupos que trabajan en este ámbito deberían considerar la posibilidad de desarrollar iniciativas destinadas a cambiar las actitudes presentando a los veganos y al veganismo bajo una luz más positiva y socialmente aceptable.
Enlace al estudio: https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0195666318313874
Marwoski, K., & Roxburght, S. (2019). “If I became a vegan, my family and friends would hate me:” Anticipating vegan stigma as a barrier to plant-based diets. Appetite, 135, 1–9. https://doi.org/10.1016/j.appet.2018.12.040
Autor: Faunalytics:
Enlace al artículo original: https://faunalytics.org/vegan-stigma-a-barrier-to-dietary-change
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